Escuelas sanas + espacios seguros = niños que aprenden

Por: Gemma Ruiz Velasco - School Leader de Colegio GAP Los Cabos


Es el primer día de Francisco, un niño de Los Cabos que llega a su nuevo Colegio GAP a primero de primaria. Desde el primer día se siente abrumado por llegar a una escuela tan grande y con la novedad de que ¡no tiene juegos como en el kínder! Su maestra se presenta con entusiasmo, hace dinámicas para conocer al grupo y se aprende los nombres de los niños desde el primer día. Francisco regresa a su casa con un gafete con su nombre y un dibujo de los Pingüinos, la familia de la que ahora forma parte. Le dice a su mamá que está mucho tiempo en el Colegio y que no tiene juegos, que trabajan mucho y que mejor se quiere regresar al kínder.

Francisco asiste todos los días al Colegio. Saluda a la directora, a su maestra y compañeros. Anota la tarea que ya está lista en el pizarrón y se prepara para ir al comedor. Desayuna y regresan a trabajar. Pero Francisco tiene unos problemas: no sabe jugar con los demás niños, se impacienta cuando tiene que esperar un turno, empuja a los niños que llegan antes que él a la fila y se desespera cuando su lápiz no tiene punta. Francisco llora y grita. Francisco no trabaja. Francisco nunca había escuchado que una maestra le dijera “¿qué pasó?, cuéntame. Vamos a buscar una solución… te entiendo y voy a ayudarte… ¿cómo puedes hacer las cosas mejor cuando tengas otra situación así? ¡Confío en ti!”.
¿Cómo se responde a eso? Francisco conocía de regaños y gritos. Su mamá decía “en el kínder siempre lo regañaban, no me extraña. Ya no se qué hacer con él.”

Gracias a la constancia y tenacidad de su maestra, Francisco hoy no se sale del salón y dejó de aventar cosas. Y no, no era autismo o alguna discapacidad. Es el amor, la paciencia, las 14 estrategias que usó su maestra (y sigue creando), el compromiso que hizo con él y su mamá, los libros, Google, sus compañeros de trabajo, llamadas por teléfono con colegas. Todo eso se llama COMPROMISO y RESPONSABILIDAD. Y eso lo sabe un maestro excepcional como tú. ¡Gracias maestra Magda!

Sé que todos conocemos a uno o muchos Franciscos. Nuestras escuelas tienen Franciscos y todos los días los vemos a los ojos y les saludamos con una sonrisa. Esperamos de ellos lo mejor, intentamos, probamos, intentamos y no nos rendimos. Hoy les quiero decir, que quizá antes nadie había mirado a los ojos a Francisco como hoy tú y yo, tenemos la oportunidad de hacerlo. Estamos en este lugar, en este momento y con estas personas para crear un mejor lugar, un momento y mejores personas. Tu y yo elegimos estar aquí y quizá somos las únicas personas que en este instante podemos transformar la vida de Francisco. ¡Transformar! Queremos que él aprenda, y te lo aseguro, va a aprender. Pero antes, necesita que con nuestro amor y gran vocación, probemos lo posible. Él merece sentirse bien, merece aprender y merece ser la mejor versión de sí mismo.

Quiero decirte que te entiendo, que te acompaño y que no estás solo o sola. Sigamos creando en nuestras escuelas espacios seguros, amables y confiables donde los niños encuentren la seguridad que en otro lado no han tenido. Lo necesitan para aprender y ser mejores.

A Francisco nunca le habían dicho “confío en ti”, ¿quieres decírselo?









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